El “cientifismo”, la nueva religión (claves para superar sus dogmas)
La ciencia nació, entre otros motivos, para explicar la realidad y dar coherencia a los hechos y pensamientos.
Para lograrlo, creó un marco de referencia protocolario que sirviera para aceptar o rechazar las distintas hipótesis. Para ello, se utilizan sistemas de producción y medición de datos, así como técnicas concretas para gestionar la información obtenida.
El resultado ha sido un avance exponencial en el desarrollo tecnológico, el bienestar de las personas y la comprensión de las leyes universales. Simultáneamente, se ha evitado la proliferación de charlatanes, falsos gurús y locos.
Sin embargo, hoy en día, el método científico ha calado tanto en el paradigma social imperante que se ha integrado de forma profunda en nuestras mentes; tanto, que hemos permitido que la ciencia domine aspectos de nuestra vida para los que no está preparada y que, por ende, acabamos desatendiendo.
Hemos dejado que la ciencia domine completamente nuestra forma de pensar, lo cual bloquea nuestra conciencia, estrecha nuestras miras y hace que renunciemos a partes de nosotros mismos. Al final, ese cientifismo acaba produciendo el efecto contrario al que busca la ciencia, pues enlentece el progreso humano y limita nuestro crecimiento personal.
¿Por qué ocurre esto? Porque la ciencia, como cualquier disciplina humana, también tiene limitaciones y defectos. Por tanto, si la usamos como único prisma para ver el mundo, vemos la realidad a través de sus propias limitaciones, y nos perdemos todo aquello que su miopía no puede ver.
Al final, los que insisten en ver el mundo sólo a través de la ciencia, acaban defendiéndola de forma dogmática hasta convertirla en una nueva religión: el cientifismo, tan perjudicial y destructivo como cualquier otro credo extremista.
Tal vez haya llegado el momento de romper con esa tendencia cientifista y recuperar una visión más amplia y equilibrada de la realidad, ¿no crees?
A continuación te muestro las claves para que logres superar los dogmas y actitudes dogmáticas del cientifismo.
- 1. Dudar de lo demostrado
- 2. Abrirse a lo que no está demostrado
- 3. Evitar las actitudes dogmáticas del cientifismo
- 1. Evita la arrogancia del cientifismo siendo humilde
- 2. No rechaces nada a priori: evalúa lo nuevo con visión de futuro
- 3. Evita que el cientifismo limite tu mente
- 4. No dejes de creer en tu magia y en la de la vida
- 5. Recuerda qué son las religiones y cómo funcionan
- 6. No olvides que las religiones pueden convertirse en sectas
- 4. Conclusiones finales sobre el cientifismo dogmático
1. Dudar de lo demostrado
El primer paso es dudar de lo demostrado o, más bien, de lo que crees que está demostrado.
–No puedes creer en lo que no está demostrado –dijo el cientifista.
–¿Acaso crees que hay algo demostrado? –contestó el filósofo– ¿Crees que un protocolo humano, que no es más que otra forma de metafisca, puede demostrar verdaderamente algo? ¿Crees que la ciencia puede originar conocimiento absoluto u objetivo siendo construida y ejecutada desde la parcialidad y la imperfección de la mente humana?
¿Por qué motivos deberíamos dudar de lo “demostrado”?
El primer paso para trascender el cientifismo es dudar de lo que sí está demostrado. Foto vía Shutterstock.
1. Porque todo son creencias
Sepas lo que sepas, pienses lo que pienses y creas en lo que creas –aun estando científicamente demostrado– no es más que eso: una creencia.
Algunas de nuestras creencias son opiniones, otras provienen de la intuición, otras de nuestra experiencia personal y, finalmente, las hay que provienen de estudios científicos. Estos estudios pueden haber sido correctamente diseñados, o haber usado metodologías o sistemas de medición limitados, sesgados o inconsistentes, por no mencionar aquellos que han sido manipulados de forma interesada.
2. Porque la ciencia está en pañales
Algunos piensan que la ciencia es infalible, o que estamos en el punto de máximo desarrollo científico posible, al igual que decía Aristóteles hace varios siglos.
Es cierto que la ciencia nos ha hecho (y nos hace) progresar sobremanera como especie en muchos aspectos. Pero no nos engañemos, la ciencia está en pañales y, por tanto, darle el mando de nuestra vida a la ciencia de forma exclusiva es como darle el volante de un coche a un bebé.
A la ciencia todavía le queda un largo camino por recorrer, al igual que a nuestra evolución como especie. De hecho, ambas van cogidas de la mano.
Desde nuestro estado de conciencia actual, apenas hemos conseguido entender y controlar nuestros sentimientos, o ser felices. Ni siquiera hemos sabido acabar con el hambre, eliminar las guerras o frenar la destrucción del planeta.
Me pregunto si la ciencia del Homo sapiens actual va a poder explicar algún día todo lo que existe mediante un método sesgado por sus propias limitaciones. Me pregunto si la ciencia será algún día capaz de medir tanto lo visible como lo invisible y ser verdaderamente objetiva.
Porque la realidad y la vida no es sólo lo que puede verse y tocarse. La realidad es también el amor, la intuición, la sincronicidad de los acontecimientos, las energías, la existencia de una inteligencia que todo lo gobierna y las infinitas dimensiones que discurren de forma paralela sin la ilusión del espacio y el tiempo.
En definitiva, la ciencia está en pañales (al igual que la evolución del ser humano) y, por tanto, sucede lo siguiente.
3. Porque lo que hoy es verdad, mañana es mentira (y viceversa)
La ciencia del homo sapiens está en pañales, así que, no dejes que ésta dirija en exclusiva tu vida. Foto vía Shutterstock
Las verdades de una ciencia en pañales hacen que éstas no sean más que creencias. Y las creencias, así como la vida misma, cambian.
Por consiguiente, sea lo que sea que opines, defiendas y sostengas, probablemente deje de ser válido el día de mañana. Así pues, sé crítico, y no sólo con lo metafísico y lo que no está demostrado, sino también con lo científico y con aquello que sí lo está.
Y es que, si jugamos a ser críticos y a desmontar sistemáticamente aquello en lo que no creemos, también te diré que:
“La ciencia es tan objetiva e imparcial que muchas veces acaba demostrando lo que el investigador desea demostrar en función de sus intereses”.
“Las verdades científicas de hoy, pueden convertirse en mentiras de las que te avergüences mañana; mientras que las falacias del pasado pueden convertirse en leyes universales, que serán veneradas incluso por los mismos que ayer las criticaban”.
“La ciencia es realmente útil, pero también puede ser la disciplina más hipócrita de todos los tiempos y, consecuentemente, convertir en hipócritas e ignorantes a aquéllos que la adoran con los ojos cerrados como si fuera su diosa, cerrándose en banda o renegando de todo aquello que todavía no ha sido bendecido por ella”.
De todo lo dicho se deduce la necesidad de encontrar un equilibrio que rompa con ese cientifismo dogmático.
2. Abrirse a lo que no está demostrado
Tras dudar de lo demostrado, el siguiente paso para superar el cientifismo es abrirse a aquello que no lo está.
Los cientifistas suelen tener la costumbre de rechazar ideas, posibilidades o fenómenos por el simple hecho de no estar demostrados científicamente o –lo que es peor– porque “creen” que son falsos o, simplemente, ridículos.
Plantéale a un cientifista la posibilidad de la existencia del alma, de la vida después de la muerte o de los viajes astrales. Háblale a un cientifista del poder curativo de la mente, de la existencia de los OVNIS, o de la influencia de los astros en el carácter. O prueba a sacarle el tema de los fantasmas, de los contactos mediumáticos o de la comunicación telepática.
Probablemente, se reirá en tu cara, te intentará ridiculizar en público o, si es más educado, se limitará a cerrarse en banda y tomarte por un chiflado.
No deja de sorprenderme que científicos y cientifistas, defensores de una disciplina vanguardista en constante evolución, carezcan de una visión más abierta. Estoy de acuerdo en que hay que ser críticos con la información que nos llega, tanto científica como no científica, pero estrechar las miras de esta forma me parece ilógico y absurdo, además de contraproducente.
A todos esos cientifistas quisiera darles algunos argumentos para ayudarles a abrir su mente.
1. Porque la realidad va más allá de lo que podemos ver y demostrar
La realidad va más allá de lo que puedes ver y demostrar. Foto vía Shutterstock
Eso es algo que no digo yo, es algo que dice la propia ciencia, pues es bien sabido que nuestros sentidos son limitados, y que –a medida que la tecnología avance– seremos capaces de medir y cuantificar gran parte de lo que hoy en día se nos escapa.
En este sentido me remito a dos frases e ideas de otros autores:
“La línea oficial de la ciencia es que el mundo es sólido y físico, y que no hay vida después de la muerte. Los expertos científicos están programados y educados para demoler los puntos de vista, las experiencias y las investigaciones que desacreditan la miopía de la ciencia dominante. Por tanto, condenan y ridiculizan cualquier cosa que tenga que ver con los fenómenos paranormales”. Por David Icke.
“Ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. Por Carl Sagan
2. Porque la ciencia y su conocimiento tienen sus límites
Los he comentado en el apartado anterior, y nunca hay que perderlos de vista.
Por ello, como ya he dicho, es necesario ser crítico con lo que está demostrado, pero también mantenerse abierto a aquello que no lo está.
3. Porque tu vida está regida por todo lo que no está demostrado
Tu vida está regida en su mayoría por todo aquello que no está demostrado. Foto vía Shutterstock.
Por muy científico o cientifista que seas, tu vida está regida por lo que no está demostrado. Es más, las cosas que más feliz te hacen, así como las decisiones más importantes que has tomado, no tienen nada de científicas. Me explico.
Los cientifistas reniegan de la intuición, de las señales del destino y de todo aquello que no sea objetivamente mesurable o científicamente demostrable. Sin embargo, me pregunto cuántos de ellos usaron la ciencia a la hora de tomar decisiones como eligir su pareja, irse a vivir a la otra punta del mundo para realizarse o hacerse fan de su equipo preferido. Y me pregunto también cuántos de ellos utilizaron lo científicamente demostrado para encontrarle sentido a su vida, para elegir a sus amigos o para poder decir que estaban enamorados.
Probablemente, todos utilizaron sus corazonadas, sus creencias o sus impulsos irracionales en algún momento. Todos se valieron, en algún punto, de aquello que no es científico (aún). Porque incluso bajo la coraza de un acérrimo hombre de ciencia yace un ser de naturaleza espiritual que necesita de lo intangible para encontrarle sentido a la vida y ser feliz.
Por eso siempre digo que el mundo está lleno de adoradores de la ciencia que, en realidad, se guían por la metafísica.
3. Evitar las actitudes dogmáticas del cientifismo
El último paso radica en identificar y evitar muchas de las actitudes dogmáticas del cientifismo. Por ejemplo:
1. Evita la arrogancia del cientifismo siendo humilde
Los cientifistas no suelen reconocer los límites de la ciencia, convirtiendo el cientifismo en una disciplina de ego sobredimensionado cuya arrogancia les lleva a:
- Negar, descartar, ridiculizar o destruir sistemáticamente cualquier hecho, pensamiento o idea sin demostración científica.
- Afirmar que sólo creen en lo que ven (y, al final, terminan por creer solamente aquello que quieren ver).
- Adornar los límites de su disciplina con palabras técnicas de difícil comprensión. Ejemplo: si un día tu médico te dice que tienes una enfermedad de “etiología idiopática” te está diciendo que no tiene “ni p… idea de la causa”.
Esta actitud ralentiza el avance del conocimiento y el progreso humano, algo que se podría corregir fácilmente con un poco de humildad.
No es un pecado reconocer que la ciencia todavía no puede explicar ciertos fenómenos.
«Me da la impresión de que contradecir la sabiduría de los libros de texto sólo es una herejía para aquéllos que han aprendido con estos mismos libros». Joao Magueijo.
2. No rechaces nada a priori: evalúa lo nuevo con visión de futuro
¿Crees que rechazar algo a priori te hace mejor o te beneficia en algo? Pues eso es lo que te impulsa a hacer el cientifismo. Foto vía Shutterstock.
Como decía antes, el cientifismo es especialista en rechazar (ridiculizar, destruir…) cualquier cosa que no entre dentro del marco de lo demostrado, lo lógico o lo aparentemente coherente.
No digo que haya que aceptar cualquier cosa que nos digan o que podamos imaginar; se trata simplemente de abrir la mente y respetar ideas o sucesos desconocidos, dándoles la posibilidad de que puedan ser ciertos antes de rechazarlos.
La ciencia sólo ha demostrado una pequeñísima parte de la realidad. Por tanto, una actitud más abierta nos salva de tirar a la basura la parte más grande del pastel de forma precipitada.
Así pues, cuando llegue a ti una idea, supuesto o hecho no probado (incluyendo lo metafísico y lo paranormal), antes de cerrar la puerta y caer en la burla o la ridiculización ajena, deberíamos preguntarnos lo siguiente:
¿Existe la mínima posibilidad de que la cuestión en discusión llegue a ser cierta y sea demostrada en el futuro?
¿Es culpa de las limitaciones de la ciencia actual que aquello que cuestionas aún no se haya podido demostrar?
¿Es lícito rechazar algo cuando, a pesar de que no se haya probado como verdadero, su falsedad tampoco lo haya sido? (¿A alguien le suena el término “presunción de inocencia”?).
3. Evita que el cientifismo limite tu mente
Porque el cientifismo tiende a limitar el pensamiento y la creatividad de la mente humana.
Los niños son seres curiosos y de mente abierta. Tal vez se les pueda engañar más fácilmente, pero también son quienes formulan las más grandes preguntas. Y los que están abiertos a más posibilidades y a más tipos de respuestas.
Los niños suelen abordar temas trascendentales como la vida después de la muerte, la existencia de los fantasmas, el poder de la mente o la existencia de Dios, por poner algunos ejemplos.
La curiosidad, apertura mental y creatividad de los niños va decayendo con los años. Sin embargo, he observado estas cualidades incluso en los alumnos de primeros años universitarios. Hasta esas edades, dichos alumnos rebosan entusiasmo, ingenio, y se atreven a formular grandes cuestiones, así como a abrirse a grandes respuestas sobre cualquier tema.
Por otra parte, observo también que, a medida que el estudiante se adentra de forma más profunda en el mundo de la ciencia, ésta, en lugar de potenciar esas cualidades, va limitando su pensamiento. Y cuanto más conocimiento adquiere la persona, más rígida y arrogante se vuelve su mente, pues también integra los propios límites de esa misma ciencia.
Finalmente, cuando veo a estudiantes de maestrías, doctorados o catedráticos, veo casi siempre a personas dotadas de un gran conocimiento, pero carentes de la creatividad, la visión global, el entusiasmo y la apertura mental que un día tuvieron. Se han convertido en simples y limitados predicadores del cientifismo.
Durante este proceso se han perdido en los detalles, y han desterrado de su mente las preguntas más trascendentales sobre el universo y su propia existencia. Incluso, llegan a ridiculizar estas ideas, que algún día ellos mismos tuvieron, renegando, de esta forma, a una parte de sí mismos.
Desgraciadamente, esta transformación no sólo es una negligencia del cientifismo, es también un acto de irresponsabilidad que entorpece –como dije antes– no sólo la propia ciencia, sino también la conciencia humana.
4. No dejes de creer en tu magia y en la de la vida
No dejes que el cientifismo destruya tu magia. Foto vía Shutterstock.
Porque el cientifismo no cree en los trucos.
Por ello, te invito a que creas en ti mismo, en tus pensamientos más locos y en tus ideales más utópicos.
Da rienda suelta a tu mente y a tu creatividad. Ábrete a lo desconocido, a lo desterrado, a lo paranormal, a las cosas “aparentemente” sin sentido.
Porque la vida es pura magia, y la magia depende de ti, de tus pensamientos, de tus ilusiones, de tus sueños y de tus actitudes.
Pero el cientifismo no cree en ti, no cree en tu magia, ni en la magia de la vida. Los cientifistas no creen en el más allá, ni en aquello que no se ve y, por ello, han dejado de lado la parte más grande, más estimulante y más emocionante de la vida y de las personas: el alma, el amor, el karma, la inteligencia suprema, los milagros…
Y, para que un mago tenga poder, debe creer en su magia y en sus trucos. En el momento que el cientifismo te convenza de que la magia no existe, ésta desaparecerá de tu vida por completo y para siempre.
No lo permitas.
5. Recuerda qué son las religiones y cómo funcionan
Entonces comprenderás qué es realmente el cientifismo. Foto vía Shutterstock.
Porque el cientifismo no es más que una religión, y funciona como tal.
Las religiones buscan la verdad para poder mostrar el camino a aquéllos que aún no la han encontrado.
Para lograrlo, intentan entender y explicar a Dios y a su creación, de la misma forma que la ciencia intenta comprender la realidad física, desvelar sus leyes y vislumbrar los misterios de todo lo que nos rodea.
Pero, ¿qué es la realidad que nos rodea sino Dios y su creación? Dios es la inteligencia que rige las leyes del universo, así como la materia prima que constituye el cosmos. Dios es a su vez la inteligencia, la ley, la realidad, la materia y la energía. Desde este punto de vista, la ciencia no es más que otra herramienta que, al igual que la religión, pretende entender y explicar a Dios en todas sus manifestaciones; pero usando distintos nombres y metodologías. Por tanto, la ciencia no es más que otro tipo de religión.
La religión no tiene nada de malo; pues, como cualquier leyenda, historia o artículo científico, suele albergar en su seno parte de la verdad, presenta ideas y razonamientos que pueden ser útiles y expone puntos de vista que pueden abrirnos a nuevas ideas.
La ciencia tampoco tiene nada de malo, pues su forma de estudiar el universo también nos acerca a partes de la verdad, genera conocimientos que hacen avanzar nuestro desarrollo técnico y expone puntos de vista que nos abren a nuevos horizontes.
“La ciencia puede ser lo mismo que cualquier religión, y cualquier religión puede ser lo mismo que cualquier ciencia: herramientas para vislumbrar la verdad.
Así pues, no existe aquí ningún tipo de problema ni conflicto. Sin embargo…
6. No olvides que las religiones pueden convertirse en sectas
La religión puede convertirse fácilmente en una secta. Foto vía Shutterstcok
Y el cientifismo no es más que la ciencia convertida en secta.
Fijémonos, si no, en cómo operan las sectas. Una secta funciona en base a ciertas leyes, actitudes o formas de proceder muy simples que subyacen de forma implícita en su seno. Las más habituales son éstas:
- “Mi verdad y mi forma de ver las cosas es la buena y la única”
- “Cierra tu mente y tu comprensión a otras verdades distintas a las que yo dicto y divulgo; pues, de lo contrario, te excluiré de mi círculo, te ridiculizaré o incluso intentaré destruirte”
- “Mi camino, mis verdades y mis formas de proceder parecen responder a los intereses de mis seguidores pero, en realidad, responden a los intereses de unos pocos”
Como ves, el problema principal de cualquier secta religiosa, científica, educativa, u otras disciplinas de adoctrinamiento humano, es el dogma y el engaño.
Cuando utilizamos la religión o la ciencia como algo dogmático, es decir, convirtiendo sus enseñanzas en la verdad absoluta y cerrándonos a otras disciplinas; no sólo estamos rechazando otras fuentes válidas de saber, sino que, paralelamente, nos convertimos en esclavos de sus sesgos y limitaciones.
Si, además, añadimos el engaño, la cosa empieza a ser todavía más peligrosa.
Piensa en cualquier secta religiosa que puedas imaginar. Verás que todas ellas te presentan su verdad como la mejor; y su camino como infalible para llegar a su Dios, a la salvación o a donde sea. Una vez entras, tienes que pensar y proceder según sus parámetros y, en caso de querer salir, pueden llegar a hacerte la vida imposible. Además, durante el proceso, puede que te quiten tu dinero, tus posesiones y tu dignidad; y todo para enriquecer a los responsables, que están sentados en un despacho. ¿Terrible, cierto?
El cientifismo como secta está plenamente extendido en nuestra sociedad. Foto vía Shutterstock.
Pues piensa ahora en una secta cientifista, como la industria farmacéutica, por ejemplo. Verás que te venderán su fármaco como la solución ideal para una patología determinada. Si trabajas para ellos (seas comercial, médico, farmacéutico, investigador, publicista…) tendrás que profesar a los cuatro vientos los beneficios de su medicamento. Pero es posible que dicho medicamento tenga grandes efectos secundarios, o incluso que sea un fraude. Si intentas decirlo y, por tanto, contradecir su verdad, te harán la vida imposible, porque les harías perder mucho dinero. Así pues, te intentarán destruir simbólica, económica o literalmente; y todo por el beneficio económico de unos pocos.
Piensa también en tu amigo cientifista, ése que sólo cree en lo que está demostrado. Su ciencia es su verdad, y cualquier idea o hecho que se aparte de lo que está “demostrado” entrará en conflicto con su forma de pensar. Por tanto, negará sistemáticamente todo cuanto puedas decirle; lo rechazará y, si es necesario, se burlará de ti o te intentará ridiculizar en público. Y, aunque haya evidencias que lo contradigan o que sugieran la posibilidad de que esté equivocado, seguirá cerrándose en banda; Probablemente por orgullo, por querer tener razón o por la ley del mínimo esfuerzo.
Todos estos casos son ejemplos de sectarismo dogmático.
4. Conclusiones finales sobre el cientifismo dogmático
La humanidad no ha encontrado aún una disciplina que sea capaz de mostrarnos la verdad absoluta de lo que es la realidad.
Todas las disciplinas son capaces de aportar parte de esa verdad; pero, simultáneamente, están sujetas a sus propias limitaciones, derivadas de las propias limitaciones del ser humano.
Por otra parte, cualquier disciplina puede dogmatizarse y contaminarse con actitudes que la conviertan en una secta. Cuando eso ocurre, adherirse a esa forma de pensar supone limitarse a sí mismo y limitar la evolución del conocimiento y de la conciencia humana.
La actitud potencialmente más coherente y beneficiosa es la de ser crítico con todo tipo de información pero, a la vez, mostrarse abierto, tolerante y respetuoso con los nuevos datos y hechos, sin caer en actitudes de rechazo sistemático.
Una de las disciplinas que actualmente más tiende a la sectarización dogmática es la ciencia, pues es una de las ramas del conocimiento más extendidas y, por ende, también de las más deformadas.
Esta dogmatización tiene como resultado el efecto contrario al que la ciencia aspira por defecto: encontrar la verdad.
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Y tú, ¿qué opinas al respecto? ¿Eres un cientifista o sueles estar abierto a hechos y conocimientos no demostrados? ¿Estás de acuerdo con que el cientifismo es una secta? ¿Te has topado con mucha gente cientifista a lo largo de tu vida?
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