Busca la riqueza primero en lo espiritual
En la antigua India, vivía un rey famoso por su inmensa riqueza y su profunda espiritualidad. A pesar de estar rodeado de lujos, el rey mostraba un completo desinterés por los bienes materiales. Su reputación intrigaba a muchos, y un día, un joven súbdito se armó de valor para preguntarle al rey sobre el secreto de su equilibrio entre riqueza y espiritualidad.
—Majestad, —preguntó el joven con respeto—, ¿cómo logra mantener su vida espiritual en medio de tanta abundancia material?
El rey, con una sonrisa serena, respondió:
—Te revelaré mi secreto, pero primero debes realizar una tarea. Toma esta vela encendida y recorre todo el palacio. Si la vela se apaga, serás decapitado.
El joven aceptó el desafío con nerviosismo. Caminó por los vastos corredores del palacio, subió escaleras de mármol, y pasó por habitaciones repletas de tesoros inimaginables. Sin embargo, su atención estaba completamente centrada en la pequeña llama de la vela, asegurándose de que no se extinguiera.
Después de lo que pareció una eternidad, el joven regresó ante el rey, la vela aún encendida. El monarca lo miró con interés y le preguntó:
—Dime, ¿qué opinas de mis riquezas?
El joven, aún temblando por la tensión, respondió:
—Majestad, apenas pude ver algo de sus riquezas. Estaba demasiado concentrado en mantener la vela encendida.
El rey asintió con comprensión y dijo:
—Ese, mi querido amigo, es mi secreto. Vivo tan preocupado de mantener encendida la llama de mi vida interior, que las riquezas no ocupan mi mente. Mi enfoque está en mi espiritualidad, y las riquezas son simplemente una circunstancia secundaria.